El potencial del Marketing Olfativo.
Hoy en día, existe una fuerte competencia entre las marcas y los productos son tan parecidos que resulta difícil diferenciarlos. “Con el marketing olfativo se trata de emocionar a los clientes y de generar vivencias inolvidables. Las características de los productos ya no son importantes, los productos o servicios ya no valen por lo que son, sino por lo que significan y hacen sentir.”
El marketing olfativo va mucho más allá de los olores cotidianos, como el café o la naranja; implica entender cada negocio y crear la combinación correcta para traer beneficios mutuos para clientes y empresas.
El olfato es un sentido de rápida asociación y el de mayor permanencia en nuestra memoria. Por ello, los aromas son capaces de provocarnos sensaciones estimulantes, pueden relajarnos, excitarnos, asustarnos a incluso asociar recuerdos olfativos a nuestra infancia.
Con el marketing olfativo se consigue que el consumidor identifique un olor determinado con una marca, mejorando su recuerdo y produciéndose una asociación de forma rápida en la mente del consumidor. “Hay que grabar en la mente de los clientes el olor característico, y con ello conseguir que, principalmente, finalicen la compra o que se enamoren de la marca o el producto”.
La utilización del mundo del olfato en la publicidad genera una memorización del nombre al que está asociado. “Utilizamos aromas específicos para conseguir determinados efectos. Por ejemplo, el olor a ‘talco’ provoca una sensación de seguridad y nostalgia.
El aroma a ‘menta’ genera activación y estado de alerta. Los aromas a ‘cítricos’ predisponen a explorar y comprar, el ‘lavanda’ relaja, el olor a ‘jazmín’ favorece la concentración y la ‘canela’ es estimulante”.
Implementando una estrategia de marketing olfativo en un punto de venta, podemos llegar a aumentar la predisposición a la compra en un 20%. “Los aromas que utilicemos deben de ser congruentes con el mensaje que se pretende dar.